sábado, 20 de septiembre de 2008

God of War

Me encontraba en medio de ese gigantesco desierto, perdido a la mitad de la nada, asombrado de la vista frente a mí: el último titán, Kronos, levantando una gigantesca roca atada a su espalda. Me armé de valor y salté sobre él con todas mis fuerzas, decidido a conquistar el desafío. Se sintió como una eternidad trepar hasta la cima del Templo de Pandora, pero lo conseguí, sin saber que recorrerlo me tomaría una cantidad de tiempo equivalente. Una vez dentro, me encontré ante el acertijo de los Anillos de Pandora, llenos de trampas y monstruos irreconocibles esperando para detender a cualquier invasor: gárgolas, harpías, guerreros de muchos tipos, medusas, fantasmas, minotauros con hachas, golems con marros, cerberos y muchas otras bestias que no sé nombrar.

Maldigo al arquitecto. Atravezar este laberinto es molesto y complejo, pero gracias a la ayuda de Poseidón, pude atravezar entre cuartos inundados hasta una gigantesca puerta. Un minotauro de 20 metros con armadura imponente aparece frente a mí. Es una pelea feroz, pero situado justo detrás hay una gran ballesta automática que dispara troncos. Una vez que logré destrozar su armadura, lo encajé a la puerta con un tronco de 4 metros, rompiendo un hueco lo bastante grande para dejarme pasar.

La cantidad de enemigos crece en cuanto avanzo. Hades aparece en mi ayuda y me designa el poder de su ejército de muertos, gracias al cual consigo llegar hasta la cima del templo, sólo para ver que aún necesito atravezar media montaña que estorba mi camino. Colgándome entre la vida y la muerte, ninguna bestia logra detenerme. Al atravezar la montaña vuelvo a otro cuarto en el templo, donde el piso se mueve hacia paredes con picos, lanzallamas escondidos en cada pilar y enemigos alados infestando la habitación. La barrera se destruye una vez elmino a todos, conduciendome hasta mi objetivo: La Caja de Pandora.

Atena me felicita por haber logrado mi cometido. El suelo cae y la habitación se traslada hasta la entrada del templo, ahora sólo ocupo llevarme la caja hasta Atenas, pero Ares estaba vigilando, y antes de que sea una amenaza me dispara una estaca desde Atenas, que me atravieza por el abdómen y me clava en una pared. Mi vida se sale poco a poco, y mi cuerpo es arrastrado por Hades, ese traidor ahora quiere llevarme y me tira hacia su reino, pero Atena me da fuerzas y me cuelgo de un esqueleto extraño que flota en el inframundo. Subo por donde encuentro atravezando peligros inimaginables, almas muertas al servicio de Hades que tratan de decapitarme y guillotinas por todas partes. Continúo trepando hasta salir del infierno. Reconosco este lugar, es el templo en Atenas donde ese viejo estaba cavando hace unos días. Es imposible que un simple viejo abriera un hueco al otro mundo, lo más probable es que haya sido Zeus dsfrazado. Me he salvado.

Estoy de vuelta en Atenas. Ares sigue ahi, encima de una ciudad devastada por su poder, ese gigante invencible tiene la Caja de Pandora en su mano, colgando de una cadena. Mientras está distraído maldiciendo a los dioses rompo la cadena y tomo la caja de sus manos. Al abrirla fluye hacia mi el poder necesario para vencer a un dios: mi cuerpo crece tan gigante como el de Ares. Enfrentarse al dios de la guerra es la pelea más difícil que he tenido, pero a estas alturas no puedo perder.

Lo golpeo incesantemente hasta hacerlo caer, pero antes de darle el golpe final me atrapa en una ilusión: Entro a una casa, reconosco este lugar. Mi esposa e hija están frente a mí. Las visiones vuelven, me acosa el recuerdo de esa sangrienta noche en que perdí mi humanidad. Frente a mí aparecen fantasmas míos tratando de matarlas, pero esta vez no permitiré que ocurra así. Peleo contra mis sombras pero continúan apareciendo, un centenar de mi contra mi, y necesito salvar a mi familia. Es la pelea más dolorosa que he tenido, pero gracias al poder que me otorgó Hades logré superarlos.

Ares no permitirá que salga victorioso. Mis espadas salen disparadas a ambos lados, y se desprenden de mis brazos. Las mismas espadas que Ares encadenó a mis brazos aquel día que me convertí en su exclavo ahora vuelan hacia mi esposa e hija y las destazan nuevamente mientras yo estoy indefenso. No pude cambiar la historia, volvieron a morir por causa de mis espadas. Ares, de no haber sido suficiente que me hicieras matarlas, ¡ahora lo repites privándome del poder que tú mismo me otorgaste!

Salgo de la ilusión, mi familia murió ya hace tiempo, pero mis espadas realmente se fueron, y Ares está frente a mí listo para matarme. Corro hacia la estatua de Atena y tomo su gigantesca espada dorada. Con la ayuda de todos los dioses he llegado hasta aquí, ahora es mi propio poder el que derrotará a Ares. Peleamos hasta que lo hago caer, sus últimas palabras: "Yo sólo quería convertirte en un gran guerrero", yo le contesto "lo has conseguido" y encajo la espada por su garganta, dándole fin.

El poder de la Caja de Pandora me abandona y vuelvo a mi tamaño normal. Atena me engañó, aunque haya perdonado mis pecados, sigo teniendo las visiones y la memoria que me atormenta tanto. Ya que vencí a Ares, los dioses me han abandonado. Para huir de mi tormento, no queda más que morir. Me lanzo del acantilado más alto de Atenas, buscando morir y terminar ahí, pero Atena me niega incluso eso. Levanta mi cuerpo hasta la cima de nuevo y me dice: "No puedo permitir que un campeón como tú, que ha hecho un servicio tan grande para nosotros, muera. Has eliminado a Ares, el dios de la guerra, y ahora queda su trono vacío. Ese trono es tuyo." Atena me otorga espadas encadenadas a mis brazos como las que Ares me había entregado. Abre las puertas del Monte Olimpo y subo hasta el trono. Yo soy Kratos, el nuevo Dios de la Guerra.

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